domingo, 12 de diciembre de 2010

Fauna Urbana: Los Titicacos

Ya que llevo un buen tiempo sin publicar una entrada por motivos logísticos, recurro a actualizar nuevamente una vieja entrada de La Alpujarra.


Finalizando mis años colegiales (hace bastante rato) y buena parte de mis años universitarios, sufrí la gran desgracia de tener un buen número de amigos titicacos.

¿Pero qué es un titicaco? se preguntarán. Titicaco es aquel especímen que en su modus vivendi utiliza mochila, sandalias, saco cuello tortuga de lana de oveja fea, es asiduo participante de chimeneas en las cuales canta con guitarrita y cara de ternero degollao canciones de Silvio y sus secuaces. Obviamente es una descripción demasiado general, pero creo que soy lo suficientemente claro para que uds identifiquen sus congéneres titicacos.

Hago una aclaración: hay titicacos chiviados. De esos que se destiñen a la primera lavada, pues aunque se visten de lana que no de seda, mañés se quedan; como esos filósofos de gabán negro y caspa blanca sobre sus hombros, con chiverita tipo Lenin.... bueno ya me desvié. Esos titicacos falsos se decantan por seguir la senda de Ricardo Arjona y su séquito. (Aclaro que a pesar de mi aversión natural hacia Silvio, me desagrada menos que Arjona).  Vengo y voy y luego regreso al tema.

Sufrí por varios años su pedante aire de superioridad en mi calidad de pequeño burgués.... OBVIO, si no escuchas a Silvio y secuaces eres un pelele superficial. !No entiendo cómo puede haber gente que no le guste Silvio! me dijo una vez un amigo cercano, embebido por las palabras de falsos profetas. Que La Maza que nadie entiende pero todos repiten como un mantra (algunos la entenderán pero les aseguro no son la mayoría), que el unicornio azul, el aullido lacónico de Yolanda, Piero y su voz adormecedora... uds le añadirán otros seguramente. A mi una vez me tocó un paseo en el que me atormentaron por horas con esta música, dentro de lo cual hay un fragmento memorable que les comparto por sus visos delirantes. Revisen 2:51

Mi venganza fue empezar a gritar como un poseso: CAMPESINO! CAMPESINO! buena parte del trayecto. Yo también sé hacer protesta con mi canto desafinado, aunque no lo cataloguen así los titicacos.

La “nueva trova cubana” es mas vieja que la mayoría de nosotros. La “canción protesta” es como el regettón... puro blablabla (igualmente no lo soporto), y por ende finalicen las llamadas chimeneas con sus espeluznantes titicacos embebidos en su villancico comunista.

Esa es de las pocas cosas que le envidio al sopor calenturiento de la costa... que no tienen chimeneas que promuevan el aquelarre titicaco aguardientero cuyo fin primordial me parecía el satisfacer la ebullición de hormonas bajo la fachada de gente que se hacía la preocupada por el conflicto social latinoamericano, pero que aparte de echar discurso y ponerse energúmeno cuando alguien se atrevía a disentir, no hicieron ni harán nada por solucionar dicha problemática. Parranda en la costa juemadre, mamando ron, y filosofando que porque la vida no es estable todo el tiempo y no beberían ni malgastarían la plata sin poner cara de estreñimiento intelectual mirando al infinito y más allá con un dedo en la barbilla. Por ejemplo:


Les comparto con gozo el combo con el que conviví:  Abogado titicaco uniandino, especializado en Georgetown y ahora negociando TLCs; Arquitecto uniandino, involucrado en el sector tecnológico y preocupado por amasar millones y no precisamente para colaborarle a los más necesitados y ad portas de migrar a Australia; Médico de la UN, a pesar de sus orígenes, ser ateo a cual mas, izquierdoso a morir, defensor acérrimo de las bondades de Cuba en la medicina, se especializó en NY, USA, vive allá el american dream y dentro de poco con la green card... dentro de mis casos cercanos.

No se cuál sea la realidad actual frente al tema. Como en el párrafo anterior, los titicacos se diluyen y van evaporándose a medida que pasa el tiempo. Algunos niegan su oscuro pasado, otros creo que lo olvidaron... ninguno lo recuerda con orgullo y algunos se atreven a decir que los estoy tergiversando, que ellos jamás hicieron tamaña cosa.

Dentro de sus recurrentes madrigueras a las cuales me llevaron en un flagrante abuso de confianza, recuerdo a El Bulín. También cerca a la 82 en Bogotá un bar llamado El Ovejo, que por fortuna la última vez que pasé en frente de este establecimiento lo percibí mas guapachoso. Igual sigo negándome a ingresar ya que abre viejas heridas de mi juventud.

Espero de corazón que estos establecimientos estén en vía de extinción, pero ante todo, que esta fauna urbana encuentre un proceso de readaptación social mas efectivo y rápido que el que me tocó soportar con hidalguía, pero que ahora por fin cobro con una paciencia y gozo similar a los que tuvo Edmundo Dantes.

3 comentarios:

  1. Creo que esos titicacos deben tener otra condición...ser/vivir en Bogotá?
    No me imagino un titcaco costeño o paisa! Será que tienen otrp nombre?

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  2. Deben tener otro nombre, y probablemente no usen cuello tortuga de lana ni asistan a chimeneas.
    No se si tomen vino caliente, vistan de negro, usen una boina, se dejen una chivera... pero ahi ves la imagen de muestra... no es rolo, es Cordobés.
    No es el vestido el que hace al titicaco sino sus ideas y actitud... auqnue el vestido al menos en el caso de Bogotá suele delatarlos.

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  3. Cuando nos vimos en Bogota no habia podido leer este articulo.. Esta buenisimo, especialmente la historia de evolucion de titicaco a burgeois..

    Hoy en dia ya no hay titicacos en la nueva generacion, verdad?

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